Luis Reyes
La historieta sobrevivió siempre acompañada de precarias condiciones laborales para los dibujantes. Una de las razones, según las grandes editoriales, es que la venta de historietas dejó de ser rentable, pero la explotación continuó siendo la misma para sus creadores.
La ciudad de México se convirtió en La Meca de historietas, de dibujantes provincianos en busca de la consagración profesional. Saltaron a la industria sin reclamar reconocimiento autoral, ni derechos laborales, donde las editoriales dispusieron de su obra como propia.
“Pronto los empresarios aprendieron a exprimirlos a cambio de migajas y palmaditas en el hombro o con amenazas y secuestro”, asienta Puros cuentos historia de la historieta en México 1934-1950, de Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea.
Cuando la demanda de historietas creció, la producción de un dibujante llegó a ser de 12 cartones diarios. El pago era “raquítico: 50 centavos la página y 1.50 pesos el dibujo”.
Ramón Valdiosera, pionero de la historieta mexicana, narra que la explotación laboral era tal que “tuvimos que estar tres días y noches continuas sin dormir y sin comer” y menciona que a fines de los 30 y 40 es la más rápida del mundo, donde los moneros se sometieron a ritmos de trabajo frenéticos.
Cadena García Valseca se convirtió en la más grande empresa periodística del país y una de las más extensas en el mundo. Otros beneficiados fueron los consorcios editoriales Novedades Editores y Publicaciones La Prensa.
También Francisco Sayrols, Ignacio Herrerías y José García Valseca –editores de Paquín, Pepín y Chamaco, cómics de mayor éxito en los 30 y 40— se enriquecieron con las ventas de estas publicaciones.
Con Paquín, el español Sayrols se convierte en el primer editor de revistas de monitos a escala industrial; el coronel García Valseca llegó a controlar una cuarta parte de la prensa nacional y lo logra con Pepín. El periodista Herrerías consigue editar el primer diario de historietas del mundo y la revista mexicana de mayor tiraje en su tiempo: Chamaco.
La industria editorial se vio acelerada por el Cardenismo mediante la creación en 1935 de la paraestatal Productora e Importadora de Papel, Sociedad Anónima (PIPSA), lo que propicia “el despegue de varios empresarios editoriales”.
A quien se debe que los pepines y chamacos pudieran ser distribuidos, es a los voceadores: ellos no resultaron beneficiados. La imagen recurrente de ese tiempo era observar niños “papeleritos” durmiendo en banquetas usando como cobija unos cuántos periódicos, cuenta la publicación.
La “indignación social” hace que surja en 1923 la Unión de Expendedores, Voceadores y Repartidores de la Prensa, con un centenar de agremiados y comandada por el secretario Manuel Corchado.
A fines de los 20, ese gremio presume que 600 voceadores acuden a escuelas diurnas y nocturnas, sumado a la repartición “tres veces” de trajes de mezclilla y ropa interior.
No obstante, la investigadora Irene Herner define que la Unión se convirtió en un “poderoso organismo hegemónico que controla el proceso de distribución de las publicaciones (…) creando un monopolio”.
En la escena aparece el poderoso distribuidor: Everardo Flores, de quien se dice se asoció con Valseca para lanzar Pepín y desbancar las historietas de Sayrols. Flores y Corchado se transforman en dueños indiscutibles del mercado de diarios y revistas.
El dibujante Alfonso Tirado recuerda que Corchado El Viejo y Don Everardo decidían el triunfo o la muerte en la venta de una publicación.
Con el objetivo de buscar regalías independientes, en 1936, Ramón Valdiosera –a sus 18 años— funda estudio Artistas Unidos, conformada por diez dibujantes que tratan de colocar historietas en los Estados Unidos. El proyecto fracasó.
La idea de Valdiosera dio pie para que surgieran seudosindicatos como el de Otero, quien compraba la producción, mientras que a “los dibujantes los traía muertos de hambre”, recuerda el historietista Francisco Galindo.
Luego comenzó la guerra entre editores por incorporar a los dibujantes más valiosos.
“El Coronel García Valseca le quiere quitar a Herrerías a Butze y Salas. Se lleva Abel Quezada y Pancho Flores. El Chamaco Herrerías trata de quedarse con José G. Cruz y Gabriel Vargas. Cruz acepta trabajar para Herrerías porque le pagaba más y Valseca en represalia, ordena secuestrar a Cruz”.
“A Cruz, Valdiosera y a mí nos tuvieron varios días encerrados con pistoleros”, acota.
Galindo menciona que en 1943 cuando Herrerías y Valseca negocian una tregua acaban los buenos tiempos. Una empresa multimillonaria y moderna sostenida por un puñado de dibujantes y guionistas.
Un caso laboral que llamó la atención fue el de Novedades Editores. Zenaido Velásquez Fuentes explica que desde 2004 Novedades iba a ser vendida y la sección de historietas se la iban a quedar los nietos de O'Farril con la razón social Niesa (Nueva Impresora).
“Novedades empezó a liquidar a 30 escritores y dibujantes. No obstante, varios freelance se inconformaron porque estaban considerados como trabajadores por honorarios. La empresa no tenía planes de liquidarlos. Posteriormente se demostró que nuestro trabajo es continuo en la Ley Federal del Trabajo, lo que se denomina por obra y tiempo indeterminado”.
Ese mismo año prosiguió otro demanda contra Editorial EJEA. Según varios dibujantes, esta empresa “se escondió” en Editorial Competencia al cambiar de razón social y suspendió un pago de los historietistas. Al final fueron indemnizados.
El último caso es el de la editorial Toukan y Mango en octubre de 2008. Aquí el conflicto laboral se suscitó cuando los dueños, Jaime y Germán Flores, empezaron a bajar el precio por cartón (página) a 50 pesos, además de una disminución a 20 cartones por semana por dibujante. Los historietistas la demandaron.
En la primera demanda del 14 de octubre de 2008 de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA) diez trabajadores piden el reconocimiento de su relación laboral con la empresa, la reinstalación de su fuente de trabajo, el pago de los salarios caídos, prestaciones e indemnización “justa”.
En la segunda querella del 21 de octubre, demandan la expedición de un contrato de trabajo por tiempo indefinido y el reconocimiento de seguro social, vacaciones, aguinaldo, entre otras.
Velásquez Fuentes explica: “Por un lado no nos dan regalías y han estado despidiendo a gente con antigüedad. Llevamos la demanda con el abogado José Luis Romero que pertenece a la Organización Nacional de Abogados Democráticos. Hay trabajadores que tienen desde 15 hasta 37 años laborando, como Ángel Mora creador del Chanoc”.
Agregó que las editoriales argumentan “sin demostrar” que no hay ventas y nos bajan la cantidad de trabajo y los precios de la historieta.
Por su parte, Alfonso Olivos, dijo que les dieron el más reciente contrato hace seis años y hasta la fecha no les han dado otro. “Propuse el proyecto Noches de reventón y me hicieron firmar una renuncia en blanco para que ellos pudieran publicarla. Si no lo firmabas, no podías pasar a cobrar”. Iván Santillán, portadista despedido de dicha empresa, mencionó que en los contratos cedieron los derechos autorales a la editorial; no obstante, que tienen registro de autor.
es un buen recuento luis
ResponderEliminarde la historieta, que lamentablemente
en méxico a veces no se toma tan en serio,
mientras que en otros lados
todo esto alcanza niveles de novela gráfica,
todo un género ahora más explorado
con alcances literarios y artísticos.
saludos
TU TRILOGÍA DE LA HISTORIETA RESULTA BUENA. ME RECUERDA QUE CUANDO ERA NIÑO ME GUSTABA LEER KALIMÁN. CADA SEMANA LA COMPRABA Y LLEGUE A COLECCIONAR 100 NÚMEROS DE LAS AVENTURAS DE KALIMÁN Y EL PEQUEÑO sOLÍN. TUVO TANTO ÉXITO QUE FUE LLEVADA AL CINE Y LA RADIO. POR CIERTO, CONOZCO A LA PERSONA QUE REALIZÓ LOS EFECTOS ESPECIALES Y LA MÚSICA DE KALIMÁN POR RADIO.
ResponderEliminarSALUDOS