miércoles, 11 de agosto de 2010

Esculturas de Arena















Luis Reyes

En el Viejo Vallarta convergen dos tipos de arte. El que se perpetúa con bronce y el que se crea a diario con minúsculos granos. Ahí, donde antiguamente los pobladores se dedicaban a la pesca y que ahora se encuentra rodeado de lujosos restaurantes, antros y tiendas de ropa, es donde Chuy Arenas junto con varios artistas, crean esculturas de arena.

De tez morena que contrasta con sus ojos azules y algunos tatuajes, Chuy narra que después de trabajar en los Estados Unidos decidió regresar a su tierra que lo vio nacer para estar con su madre. “Aquí usamos nuestras propias manos porque con ellas y con el agua, es como empezamos a hacer una escultura. No usamos moldes. Nuestras manos son nuestros moldes”.

Utilizando cubetas, escobas, brochas, cuchillos, cucharas, botellas de agua, plumas para escribir y hasta tarjetas telefónicas, es como los cuatro jóvenes que acompañan a Chuy se ganan la vida con la propina de los turistas. “Soy de Puerto Vallarta. Mi papá de Estados Unidos y mi madre vive en Guadalajara. Están separados. Mi madre no trabaja y se dedica a la casa”, narra Arenas, quien desde las nueve de la mañana hasta las 11 de la noche cumple con su jornada de trabajo informal.

Al caminar por el malecón se pueden apreciar obras petrificadas como El Caballito, escultura de bronce de Rafael Zamarripa, o La Fuente de la Amistad, una réplica de la fuente de la ciudad de Santa Bárbara, California, en la que el escultor James Bud Bottoms, creó un trío de delfines para representar la amistad que une a las dos ciudades.

Hay otras como En busca de la razón, del artista Sergio Bustamante, o una de las más recientes construida en 2005: Bailarines de Vallarta, donde el motivo para su edificación fue el colorido en los trajes de los bailarines de Xiutla.

Entre aquéllas de bronce, los artistas decoran y adornan las de arena, con flores artificiales en el día y cirios en la noche. Para teñirlas usan el Kool Aid, concentrado para hacer bebidas que funciona, en este caso, para dar color a las efigies.

También usamos diamantina para que se produzca el efecto de que la Virgen se acaba de aparecer”, comenta Chuy, al referirse a una de las efigies.

Hacemos varios tipos de figuras que van desde tortugas, ballenas, delfines, imágenes religiosas, pirámides, castillos. Depende del calendario es lo que se va haciendo. Así el Día de Las Madres, Día de los Padres, Navidad, Semana Santa o el Día de los Niños buscamos nuevos temas para conmemorarlos.

El Día de la Bandera hacemos un lábaro enorme y adornado con nopales y decorado con figuritas de tunas. Además le ponemos cabezas de revolucionarios alrededor. De las figuras religiosas moldeamos El Sagrado Corazón, El Señor de las Huellas, San Judas Tadeo o vírgenes”.

Para Chuy, la devoción es lo que los inspira a continuar con esta labor, e invita a los visitantes de Puerto Vallarta, a conocer este tipo de arte que desaparece en días, pero que permanece en la mente.




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