jueves, 7 de junio de 2012

Tercer Legrado a nuestras conciencias y el Peje

La simulación de Televisa por demostrar a la ciudadanía que no existe favoritismo ni cerrazón para cualquier candidato a la Presidencia es una falacia, por más que trate de demostrar recientes estudios elaborados de prestigiadas instituciones universitarias o empresas de monitoreo en fechas recientes. La historia nos dice que como cualquier empresa de comunicación, “la casa juega” con la candidatura de Enrique Peña Nieto. De un mes para acá, el interés de la televisora se ha centrado por desmarcarse del candidato tricolor a la Presidencia, debido al movimiento #132 efectuado durante la visita de Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana y que ahora se ha extendido a nivel nacional en distintas universidades. Como cualquier movimiento, todos los partidos políticos, buscan beneficiarse del momento, como sucedió con la huelga estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que rechazaba el incremento de cuotas que el ex rector, Francisco Barnés de Castro, quiso imponer sin consultar a la comunidad estudiantil. A lo largo de decenios, Televisa siempre se comportó como soldado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en tiempos del mismo dinosaurio, y durante la alternancia alcanzada por el Partido Acción Nacional (PAN) en el año 2000, como un apostador avaricioso para catapultar desde los micrófonos a su mejor pugilista, aquel político que le permitiera seguir extendiendo su imperio económico, a costa de la libertad de expresión y el derecho a la información, esa ha sido la tónica que maneja, la sigue haciendo. La televisora se ha visto obligada a seguir una supuesta estrategia de apertura, debido reclamo incesante de los nuevos jóvenes, que buscan democratizar a los medios de comunicación, que no están de acuerdo en que se imponga a un candidato desde una concesión otorgada por el gobierno federal para explotar el espectro radioeléctrico, que dentro de nuestra Constitución, nos dice que es de todos los mexicanos, no sólo de una empresa privada. Ayer surgieron rumores de que la Comisión Federal de Competencia aprobaría la concentración entre Televisa y Iusacell, y que según el investigador de la consultora Mediatelecom, Jorge Fernando Negrete, no existe en ninguna otra parte del mundo, “en una misma plataforma que en este caso es el de la televisión abierta, producción y distribución de contenidos, (…) propiciará una megaconcentración de espectro radioeléctrico, porque dejará en sólo dos empresas, ahora socias, la mayor cantidad de espectro nunca vista”. Negrete ayer indicó que con la alianza Televisa-Iusacell “más que entrar como un competidor fortalecido al mercado de la telefonía móvil, lo que buscan es ganar la partida a la evolución tecnológica que apunta a una pérdida del mercado televisivo, y crecer en el de las telecomunicaciones móviles, donde llevarán la mayor ventaja en el segmento de contenidos audiovisuales”. Por ello, a Televisa ya no le interesa tanto que entren nuevos competidores a televisión abierta; ya lo expresó su dueño Emilio Azcárraga Jean, quien escribió en un artículo para el diario estadunidense The Wall Street Journal, que las empresas de telefonía de Carlos Slim Helú necesitan abrirse a la competencia “por el bien de México” (¿populista, no creen?), y en el cual ofreció, de igual forma, permitir que otros competidores ofrezcan servicios de televisión. El mercado de las telecomunicaciones es una mina de oro, tan sólo el año pasado, mostró un crecimiento del 11.3 por ciento y esto se traduce en dinero, cash money. A título personal, lo que ayer vimos con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) durante su participación en el programa de Tercer Grado, fue un interés repetitivo de los conductores por mostrar en un principio que el candidato de la izquierda sigue siendo el intransigente que no estuvo de acuerdo con los resultados de 2006, aquel que no reconoció su derrota y efectuó un plantón en medio de la avenida Reforma de la Ciudad de México y que irritó a millones de ciudadanos. Se tocaron varios temas, las supuestas encuestas copeteadas de GEA ISA, la guerra sucia, el fraude de 2006, el charolazo que pidió López Obrador de seis millones de dólares para su campaña a través de Luis Costa Bonino, operador de campañas políticas de la izquierda en Latinoamérica, de la cual el Peje se deslindó al mencionar que el video por el que se le acusa, fue editado y no menciona a Luis Creel diciendo que él no acepta tal dinero de esa manera. El recuerdo del fraude sigue vivo y presente: la diferencia porcentual del 0.56 entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, el voto por voto, casilla por casilla, la relación de Hildebrando como proveedor de la base de datos empleada para el Programa de Resultados Electorales Preliminares, empresa de la cual es dueño el cuñado de Calderón, Diego Hildebrando Zavala Gomez del Campo y que ha obtenido en este sexenio contratos millonarios en el gobierno federal con el Instituto Mexicano del Seguro Social y Petróleos Mexicanos. La participación de Televisa fue primordial durante los comicios de 2006, pues antes de la campaña en televisión de que López Obrador era “un peligro para México”, se efectuaron una serie de modificaciones a la Ley Federal de Telecomunicaciones y de Radio y Televisión. Ley controvertida porque fue aprobada en marzo de aquel año por la Cámara de Diputados en un lapso de siete minutos, por unanimidad. Con dicha ley, se trató de inhibir la competencia y acrecentar el poder del duopolio Televisa-Televisión Azteca. Televisa tuvo participación en aquella campaña sucia con los famosos videoescándalos, al invitar a René Bejarano al programa de Brozo El Mañanero. Todos vimos en tiempo real, un video en el que Bejarano se mostraba nervioso, al observarse él mismo embolsándose fajos de dólares. Después se supo que el empresario argentino, Carlos Ahumada Kutz grabó a escondidas dicha transacción, que le hizo llegar copias de la evidencia a Televisa y que detrás de esta estrategia estaba Diego Fernández de Cevallos y el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, según relata en un libro que escribió. Es la misma estrategia que Antonio Solá sigue ahora con Josefina Vázquez Mota, con los videos editados que se están proyectando en televisión en las que AMLO manda al diablo a las instituciones, con escenas del plantón de Reforma, la participación corrupta de René Bejarano, del reciente charolazo de seis millones de dólares a favor de su campaña y en los que se edita la voz del mismo Peje en el sentido de que “la lucha armada es una posibilidad para lograr la transformación de los pueblos”. Joaquín López Dóriga, Carlos Marín, Carlos Loret de Mola, Denise Maerker y Víctor Trujillo, buscaron por todas formas regresar al pasado y casi obligar al “Peje” a que reconociera la derrota sufrida en 2006. AMLO mantuvo el ritmo de la conversación; sin embargo siguió sin convencer el voto de los indecisos, en dar a conocer su proyecto y plataforma política, a pesar de que jugaba en la cancha de Televisa. AMLO intentó por todos los medios no caer en el juego que proponían los mercenarios de la información, con un discurso aburrido, masticado, conocido. Sin embargo, hay que votar, nuestra democracia todavía está en pañales, con candidatos muy limitados. A título personal, mi voto será para López Obrador, porque considero que hay candidato, hay valores, pero sigue proyectando una imagen arrogante ante la crítica, eso debe cambiar si quiere convencer a aquellos que todavía no deciden su voto, todavía está a tiempo y la ciudadanía, de tomar parte en la contienda. Un voto no emitido es quedarse inmóvil y adoptar una actitud conformista, simplista y no comprometida a lo que México necesita: participación política, pequeña pero necesaria. Luis Reyes

1 comentario:

  1. Bien Luis. Postura justificada y lectura de hechos propia, creo que de verdad vale la pena el leer cosas que no se cierran y aceptan lo que todos vemos pero poco nos tomamos un instante para reflexionarlo y concluir en algo.

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