viernes, 25 de marzo de 2011

Diferencias entre la reforma política presentada por Felipe Calderón y la del PRI sobre las candidaturas independientes

Luis Reyes
El martes 15 de diciembre de 2009, el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, presentó su iniciativa de reforma política, con la intención de que la "política deje de ser sinónimo de conflicto y de parálisis en México". En su propuesta incluyó la figura de las llamadas candidaturas independientes para todos los cargos de elección popular. En ella, Calderón estableció a grandes rasgos: “Ampliar los mecanismos para hacer efectiva la garantía constitucional de todos los ciudadanos a ser votados”.
La iniciativa presidencial fundamentaba la necesidad de crear nuevas vías de participación política para la ciudadanía, concretamente para abrirles canales de participación distintos de la militancia partidista. Asimismo esgrimía que la IDEA, organismo especializado en estudios comparados de sistemas electorales del mundo, de un total de 198 países estudiados, más del 40 por ciento de los mismos permiten candidatos independientes tanto para la Presidencia como en la integración del Congreso.
La iniciativa de Calderón estipulaba el admitir el registro de candidatos ciudadanos a todos los cargos de elección popular sin la obligación de que un partido los postule. Que para la aceptación de las candidaturas independientes se requerirá que por lo menos sean respaldados por al menos el uno por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral de la demarcación correspondiente.
Proponía: “los aspectos relativos a la regulación del financiamiento, acceso a medios, fiscalización de gastos y garantías exigidas a las candidaturas ciudadanas, se deberán establecer en la legislación secundaria”.
Nuestra Constitución enumera que entre las prerrogativas de cualquier ciudadano es que éste puede votar en elecciones populares; puede ser votado para todos los cargos de elección popular, así como asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país. Es decir que para tomar parte de la vida “democrática” de México tiene que pertenecer a un partido político: ser militante.
La postura del PRI en principio fue que no aceptaría las candidaturas independientes con el argumento de que que abrirían espacio a los poderes fácticos o a la derecha, y censuró los "tufos de autoritarismo" en iniciativas que pretenden debilitar al Congreso, al advertir que no permitirán que se dañe al Legislativo.
La ex presidenta nacional del tricolor, Beatriz Paredes Rangel, definió su postura sobre el debate de las candidaturas independientes y señaló que “se tiene que dar no desde el ideal democrático de una sociedad civil ampliamente participativa y con alta densidad ciudadana, sino desde el hecho inusitado del hiperactivismo de los grupos de ultraderecha, que quizá crean que la confusión que impera en algunos temas los llevará a tomar el poder político. Desde el PRI les decimos: no pasarán".
Para la politóloga, Norma Sylvia López Cano y Aveleyra, en la revista que edita el tricolor, Confluencia XXI, la admisión legal de las candidaturas independientes para la Presidencia de la República, conjuntamente con la participación de los partidos políticos, lleva en principio a una mayor fragmentación del voto.
Otra desventaja que López Cano y Aveleyra señala es que existiría vulnerabilidad ante los inversores y ante los gobiernos extranjeros que pretendan influir en la política nacional mexicana. Pero bueno, ahora sabemos que con o marco legal, los extranjeros deciden muchas de las veces en decisiones políticas como en la llamada guerra contra el narcotráfico.
O varios medios de comunicación, liderados por Televisa, para firmar un acuerdo para la unificación criterios en la cobertura informativa de la violencia generada por el narcotráfico,en detrimento de la libertad de expresión que debe prevalecer en cualquier sistema democrático.
De su lado, el doctor Diego Valadés Ríos ha dicho que “este tipo de candidaturas encubrirían la manipulación de los grupos con poder financiero, que en nuestro país se llevaría a cabo con el apoyo subrepticio de organizaciones delictivas de gobiernos extranjeros, o de caciques convertidos en grandes electores”.
El riesgo según veo en el PRI, es que “los ricos” o las organizaciones delincuenciales podrían introducir sus propios candidatos independientes para legitimar el uso de capitales a través de los medios institucionales, lo que equivaldría a una especie de “blanqueo” de dichos recursos, es decir poner en bandeja de plata a los grupos fácticos el poder directo que ofrece el Estado en sus instituciones.
En mi opinión, para cualquier ciudadano que no tenga dinero, no tiene posibilidades reales competir, o de efectuar una colecta al mismo tiempo que realiza una campaña, lo cual sería imposible. En todo caso tendría que presentarse su candidatura mucho antes que los partidos políticos presentan a los suyos, con la consigna de que el Estado tendría que financiar a los candidatos independientes.
Esto provocaría que los partidos tuvieran menos dinero para gastar en precampañas y campañas, lo cual no sería muy bien visto por estos y por principio rechazarían. En la actualidad, a los partidos políticos se les otorga financiamiento de acuerdo al número de votos que obtienen.

viernes, 11 de marzo de 2011

De lo que significa el PRI para el sistema político mexicano y sobre su futuro



En la historia del México actual no podemos entender a la política sin el Partido Revolucionario Institucional (PRI). El partido hegemónico que durante 71 años gobernó ininterrumpidamente a un país, calificado por Mario Vargas Llosa como “la dictadura perfecta”. Un instituto político que tiene como génesis el término de la Revolución, producto del descontento por 30 años del llamado Porfiriato.
El PRI surge en medio de una crisis política derivada de los caudillos que hicieron posible la lucha armada, tras el asesinato del Presidente reelecto Álvaro Obregón. Para controlar el descontento provocado por aquel crimen, Plutarco Elías Calles funda un partido con el objetivo de normar a la clase política gobernante para que accedan al poder de una manera pacífica y ordenada.
Para ello, tuvo que recurrir al apoyo de distintos sectores de la sociedad que vieron en la Revolución una solución para mejorar sus condiciones de vida. Así, campesinos, militares, profesionistas, maestros, electricistas, petroleros, doctores, empresarios, entre otros, fueron aglutinados al interior del partido en corporaciones que le dieron presencia “democrática” a través del voto, es decir, le daban legalidad y legitimidad para gobernar.
El PRI impuso en sus inicios una manera de gobernar centralista con el fin de debilitar el poder que tenían los gobernadores. Asimismo planteaba a la “soberanía” como eje rector de desarrollo, concepto que con el tiempo y la llegada de los tecnócratas cambiaría.
A lo largo del periodo priísta se crearon instituciones y empresas paraestatales para satisfacer necesidades requeridas como nación tales como el Banco de México, la Comisión Nacional Bancaria, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado, la Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos, la Lotería Nacional, por mencionar algunas que hasta nuestros días siguen vigentes y funcionando.
En esos 71 años que gobernó, algunos estudiosos del proceso político mexicano hablan que de 1920 a 1940 se construyó la estabilidad social al pasar de los balazos a los comicios; de 1940 a mediados de los 70 llega a su época de auge en los planos políticos y económicos, lo que se refleja en varias industrias que florecieron y otra tantas que crecieron también beneficiados por el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
A partir de mediados de los 70 al 2000, es cuando viene la ruptura y la decepción, resultado de varias devaluaciones, el resquebrajamiento del tricolor por pugnas internas y la entrada de nuevos factores como partidos de oposición, guerrillas, movimientos y líderes sociales que contribuyeron al proceso de democratización. Es así como llega el Partido Acción Nacional (PAN) a la Presidencia.
Para Jenaro Villamil en su libro Ruptura en la cúpula existen tres vertientes que dan origen a esta crisis al interior del PRI: el desplazamiento de la vieja clase política frente al ascenso de una nueva élite tecnocrática, el desgaste acelerado del modelo corporativo que ya no legitimaba al tricolor ante una sociedad que demandaba más espacios para influir en la vida democrática del país y la implantación de un proyecto económico que se contraponía a sus raíces históricas de soberanía y nacionalismo al aplicar el modelo neoliberal.
Estos tres factores explican la decadencia del PRI que terminó con la dolorosa derrota que le significó el año 2000 cuando Vicente Fox Quesada, se unge como nuevo Presidente de la República utilizando el poder de la pantalla y el marketing político para lograrlo y derrotar la gran maquinaria del Institucional.
Por otra parte, la transición significó la abdicación del Estado para controlar a los grupos de poder fácticos ahora más influyentes en la vida democrática: el narcotráfico, los empresarios de los medios de comunicación electrónicos, los corporativos transnacionales y los cárteles de la droga.
Como ejemplo, El sexenio de Televisa, libro de Jenaro Villamil, nos ofrece un parámetro sobre cómo el consorcio televisivo de Emilio Azcárraga Jean le apostó a dos propuestas en la transición: “Dejar de ser un soldado del Presidente, de tal manera que los políticos de todos los partidos se volvieran sus propios soldados y trasladar su condición de monopolio televisivo a la de gran corporativo de telecomunicaciones, dominante en la nueva era de la digitalización y del triple play”.
Villamil explica en su texto Si yo fuera presidente que Televisa se ha convertido en un poder fáctico con amplias facultades metaconstitucionales, término que Jorge Carpizo popularizó en El presidencialismo en México. La capacidad de “palomear” o “vetar” los candidatos a gobernadores y a presidentes de la República en todos los partidos, imponer leyes o “congelar” aquellos ordenamientos que no sean de su agrado, “imponer sin ninguna competencia de por medio el “precio” a la democracia”.
En años recientes, Enrique Peña Nieto se perfila como el candidato del PRI a la Presidencia de la República. Si yo fuera presidente enumera cómo logro lo anterior: Utilizar el rating de Televisa para posicionar su popularidad, efectuar gastos dispendiosos y opacos en la que la principal beneficiada es Televisa y gobernar mediante el marketing, indispensable para alcanzar el poder ofreciendo logros de gobierno graduales, eficaces y solemnes.
De regresar el PRI, cabe reflexionar de qué manera llegará y el tipo de control que ejercerá para con Televisa, televisora que junto a Tv Azteca, comenzaron una guerra contra Telmex. Porque las televisoras de alguna forma, han desplazado atribuciones que el Estado mexicano se ostentaba, y ahora el capital privado, ejerce ese poder de una manera más directa.
Si Enrique Peña Nieto llega a la Presidencia, llegará maniatado con los posibles pactos que Felipe Calderón pueda ejercer en este conflicto, todo parece indicar que se inclina por la televisora de Azcárraga Jean, pero el sexenio aún no termina.
Cabe reflexionar otro aspecto. El 4 de marzo, Humberto Moreira Valdés, dijo en su primer mensaje como presidente nacional del tricolor que el partido es invencible mientras se mantenga unido. “El PRI es la fuerza de México y para que los escuchen bien y desde ahora, en 2012, el PRI va ganar. A un priísmo cohesionado no le atemorizan las alianzas impúdicas que solamente se hermanan en su obstinación de frenar lo inevitable, el avance del PRI”.
Sin embargo las alianzas en los estados de Sinaloa, Puebla y Oaxaca en los comicios de 2010, demostraron que el PRI no es invencible y se le puede ganar, independientemente de las diferencias ideológicas y pragmáticas que existen entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Acción Nacional (PAN).
Si bien en tiempos del PRI, la política de los Estados Unidos había sido intervencionista y disimulada; a mi parecer, los gobiernos panistas han sido más débiles y sumisos para enfrentar los desafíos que en materia de seguridad atraviesa el país, derivado de los cables de Wikileaks que sólo confirman el sometimiento del Estado mexicano a la clase gobernante estadunidense.
Ahora, Felipe Calderón parece augurar que la caballada panista es flaca y débil pues pidió a sus correligionarios a buscar el mejor candidato para la Presidencia de la República sea o no militante del PAN. Lo que para Gustavo Madero, líder nacional del blanquiazul no le cayó en gracia dicha declaración del Ejecutivo y defendió a los aspirantes de ese instituto político.
Los comicios de julio de 2011 en el estado de México son clave para ejecutar viejas prácticas que el tricolor conoce desde la corrupción, en uno de los estados en donde se ejercen millones de votos, se obtienen grandes negocios económicos y se desplegará el proyecto político que gobernará para beneficio de personajes muy conocidos en la política mexicana y en detrimento de la sociedad: Carlos Salinas de Gortari, Elba Esther Gordillo –que en mi percepción se sumará al mejor postor—, Alfredo del Mazo y Carlos Hank González, entre otros.