Aunque los tiempos han cambiado, el Presidente de México en turno sigue pensando que dar dinero a un medio es sinónimo de que estos tienen que someterse al Estado; no hablar mal.
Retomo el pensamiento del ex presidente de México, José López Portillo, quien decía que el gobierno pagaba dinero para que no les pegara la prensa. Que esta actitud de los medios no era sana. Como si la prensa tuviera que acatar las reglas del gobierno por el simple hecho de recibir dinero para difundir sus programas sociales, detenciones de grandes capos del narcotráfico, etc.
El periodismo es muy claro y quien no lo entienda así, cae en el error de no ejercer su verdadera labor. La línea editorial es una, en tanto que la publicidad que se recibe por parte del gobierno es otra. De eso viven, unos castigados, otros consentidos. Lo que también es innegable es que en los medios escritos como electrónicos quien paga no recibe golpes mediáticos.
Hace unas semanas, Felipe Calderón estalló al afirmar que mientras el gobierno federal gasta millones de pesos para estar en una primera plana de cualquier diario, a los narcotraficantes que pegan sus narcomantas en las ciudades donde existe el fenómeno del narco se las dan gratis.
Las narcomantas hacían alusión a que el gobierno de Calderón ha protegido al cártel de Sinaloa, El Chapo Guzmán y que la organización delictiva del Golfo se había asociado con el cártel de Sinaloa y La Familia. El Ejecutivo tuvo que salir en defensa de su gobierno y decir que no había distingos en la guerra contra el narcotráfico.
Este problema se ha acrecentado en años recientes; recordemos la psicosis que hizo presa a la ciudad de Reynosa. Los principales periódicos del Distrito Federal, publicaron que los ciudadanos de esta ciudad fronteriza han utilizado las redes sociales como Twitter y Facebook, como una herramienta para informarse sobre las posibles balaceras en puntos de alto riesgo como son escuelas, centros comerciales, etc.
Ciro Gómez Leyva se abalanzó en contra de Twitter y Facebook. Las descalificó al afirmar que estas redes sociales sólo difundían rumores y mentiras. Pero cabe la pregunta ¿Por qué no utilizarlas si el ciudadano se encuentra en total desprotección debido a que los medios locales de allí han permanecido callados ante tal problemática?
Es claro que los periodistas tampoco lo difunden porque existe la amenaza de los dos grupos que se pelean esa plaza: El cártel del Golfo y Los Zetas, brazo armado de este cartel.
El pacto de los reporteros es no difundir información sobre esta guerra. Las notas se firman sin nombre ante las amenazas de muerte que reciben. Difundir esta disputa es hacerle propaganda a uno u otro grupo, lo que no agrada a los narcos. Por eso no se difunde.
Hay periodistas que prefieren eso, no exponer sus vidas por miedo, porque en sus propios medios existe una desprotección hacia su integridad como persona.
La ética en este sentido es la de informar. Pero, ¿Informar para después morir? El derecho a la información es necesario, pero tiene que ir acompañada desde el Estado y las empresas informativas y si éstas no aseguran la mínima protección, entonces es más difícil ejercer un periodismo comprometido con la sociedad.
A pesar de eso, existen los periodistas que lo difunden por otros medios, de otras formas. Quedarse callado es ocasionar que el miedo se propague y que también se apodere el mutismo en el funcionario corrupto.
Pero ¿dónde tiene su origen este problema? Luego de la detención de Osiel Cárdenas Guillén, la plaza se quedó sin su líder. El rompimiento de un pacto el 18 de enero, ocasionó una guerra sin tregua entre estos dos grupos.
La ruptura fue provocada porque los sicarios de Eduardo Costilla El Coss, quien quedó al frente del cártel del Golfo junto con Ezequiel Cárdenas Guillén asesinaron en Reynosa a Víctor Peña Mendoza, El Concord 3, operador financiero de Los Zetas, dirigidos por Heriberto Lazcano Lazcano y Miguel Treviño Morales.
La situación provocó que se tuvieran que suspender clases en varios planteles de educación básica, que los comercios cerraran, que la representación consular de los Estados Unidos suspendiera labores y que prácticamente las familias reynosenses se quedaran en sus casas.
La Secretaría de la Defensa Nacional informó que miembros del Ejército se habían enfrentado con presuntos miembros de la delincuencia organizada que los agredieron en Matamoros, Tamaulipas, con saldo de cuatro sicarios muertos.
Después de tanto hermetismo por parte de las autoridades de ese estado, lo dieron a conocer para evitar suspicacias.
Reynosa es el ejemplo mismo de que el narcotráfico ha permeado de manera alarmante en la estructura de las corporaciones policiacas. Años atrás, Nuevo Laredo registraba varias ejecuciones. Hoy de nuevo está en la mira el estado de Tamaulipas.
La ética es para quien escribe y para quien lee. El lector compra notas de sangre porque le gusta, pero cuando la sangre es de su misma familia, ya no es igual.
La ética no sólo aplica para los periodistas, es para los lectores, para los funcionarios, las empresas informativas. Cada quien tiene el libre albedrío de llevarla a cabo.
Éste es un extracto de lo que un lector puso en referencia a lo abordado: “Para muchos que vivimos en Reynosa estamos en una situación de pánico por los enfrentamientos de estas dos organizaciones; y es indignante que todos los políticos, desde el presidente municipal, gobernador y Presidente tratar de minimizar el gran problema.
“Los vehículos pasean ya con su logo en las camionetas CGD (cártel del Golfo) y en ningún lado aparece la violencia de cada semana. Uno tiene que leer en el facebook si está pasando algo para decir salir a comprar, cenar o visitar a los familiares. Es una situación insostenible. Ojala la prensa nacional le de la relevancia que merece todo este estado de sitio que se vive en Reynosa”.
La calidad informativa y la ética son clave para que el lector de nuevo recupere la confianza de los diarios. No hacerlo, terminará por hundirlos todavía más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario