Luis Reyes
Valente Rosas lleva seis años como reportero gráfico. Trabaja en el periódico El Universal. En su vida diaria le toca cubrir choques, incendios o bloqueos con una cámara en la mano. El 16 de diciembre de 2009 nunca se imaginó que le darían la orden de cubrir el operativo en donde murió Arturo Beltrán Leyva El jefe de jefes.
Su historia es una de tantas que viven los fotógrafos y periodistas, en las que las garantías para ejercer su labor se ven vulneradas por las autoridades y por el medio en el que trabajan.
Rosas nos compartió esa historia y el frenesí de saber que tenía que trasladarse al complejo residencial Altitude, ubicado en la colonia Lomas de La Selva, en Cuernavaca, Morelos. A la orden tuvo que pedir dinero a la redacción para ir porque “no tenía para las casetas”. Al llegar a los lujosos condominios a las 11 de la noche ya había medios en la entrada. “Adentro no dejan pasar los marinos”- le dijeron.
Entonces un grupo de reporteros de medios nacionales pregunta y pide el permiso a los elementos de la Armada de México. Los marinos les dicen que "El Pulpo" es el bueno y reciben la autorización. Sólo les dan acceso a Televisa, Tv. Azteca, La Jornada, El Universal.
Llegan al lugar donde se suscitó la balacera. Dice que ni siquiera le pidieron su nombre, ni le revisaron sus bolsillos. En la entrada, describe que se podía observar el cuerpo de un sicario que se tiró con un rosario marrón en la boca. En un cuarto presuntamente del Barbas un San Judas Tadeo ¿El jefe de Jefes le rezaría a este santo?
En el suelo de las habitaciones, el elevador y los sillones de piel: esquirlas, casquillos, sangre coagulada “como en una película”. Beltrán Leyva desfigurado. Entonces utiliza un lente angular y toma las fotografías frente el grupo élite de la Armada de México sin ninguna restricción.
Al Barbas se le aprecia con el brazo izquierdo fracturado. Según Rosas el gobierno manipuló a los medios para que entraran a la escena del crimen. Los click de la cámara hacia la Biblia y el Santo Niño de Atocha del sinaloense que decidió dividirse del clan de El Chapo Guzmán para formar su cartel.
Los marinos comienzan a bajar los cuerpos. Pero antes, cuenta que los del Servicio Médico Forense le bajaron los pantalones a Beltrán Leyva. Mensaje ¿para quién y para qué? ¿Para humillarlo, degradarlo? Lo tapizan con billetes. A los medios escritos los dejan 10 minutos. Rosas se apresura y hace unas tomas más. Televisa y Tv. Azteca tuvieron acceso todo el tiempo que duró el operativo.
Luego nos cuenta que se subieron tres fotos al portal con su nombre en El Universal cuando había pedido que no lo hicieran para proteger su integridad, no obstante así fue y circuló por Internet. El periódico a través de su agencia las revendió. Más o menos él hizo unas 80 fotos. El precio por ellas, no se sabe.
Valente Rosas lleva seis años como reportero gráfico. Trabaja en el periódico El Universal. En su vida diaria le toca cubrir choques, incendios o bloqueos con una cámara en la mano. El 16 de diciembre de 2009 nunca se imaginó que le darían la orden de cubrir el operativo en donde murió Arturo Beltrán Leyva El jefe de jefes.
Su historia es una de tantas que viven los fotógrafos y periodistas, en las que las garantías para ejercer su labor se ven vulneradas por las autoridades y por el medio en el que trabajan.
Rosas nos compartió esa historia y el frenesí de saber que tenía que trasladarse al complejo residencial Altitude, ubicado en la colonia Lomas de La Selva, en Cuernavaca, Morelos. A la orden tuvo que pedir dinero a la redacción para ir porque “no tenía para las casetas”. Al llegar a los lujosos condominios a las 11 de la noche ya había medios en la entrada. “Adentro no dejan pasar los marinos”- le dijeron.
Entonces un grupo de reporteros de medios nacionales pregunta y pide el permiso a los elementos de la Armada de México. Los marinos les dicen que "El Pulpo" es el bueno y reciben la autorización. Sólo les dan acceso a Televisa, Tv. Azteca, La Jornada, El Universal.
Llegan al lugar donde se suscitó la balacera. Dice que ni siquiera le pidieron su nombre, ni le revisaron sus bolsillos. En la entrada, describe que se podía observar el cuerpo de un sicario que se tiró con un rosario marrón en la boca. En un cuarto presuntamente del Barbas un San Judas Tadeo ¿El jefe de Jefes le rezaría a este santo?
En el suelo de las habitaciones, el elevador y los sillones de piel: esquirlas, casquillos, sangre coagulada “como en una película”. Beltrán Leyva desfigurado. Entonces utiliza un lente angular y toma las fotografías frente el grupo élite de la Armada de México sin ninguna restricción.
Al Barbas se le aprecia con el brazo izquierdo fracturado. Según Rosas el gobierno manipuló a los medios para que entraran a la escena del crimen. Los click de la cámara hacia la Biblia y el Santo Niño de Atocha del sinaloense que decidió dividirse del clan de El Chapo Guzmán para formar su cartel.
Los marinos comienzan a bajar los cuerpos. Pero antes, cuenta que los del Servicio Médico Forense le bajaron los pantalones a Beltrán Leyva. Mensaje ¿para quién y para qué? ¿Para humillarlo, degradarlo? Lo tapizan con billetes. A los medios escritos los dejan 10 minutos. Rosas se apresura y hace unas tomas más. Televisa y Tv. Azteca tuvieron acceso todo el tiempo que duró el operativo.
Luego nos cuenta que se subieron tres fotos al portal con su nombre en El Universal cuando había pedido que no lo hicieran para proteger su integridad, no obstante así fue y circuló por Internet. El periódico a través de su agencia las revendió. Más o menos él hizo unas 80 fotos. El precio por ellas, no se sabe.
Cuando supo que su nombre con las fotos que había realizado estaban en la red, tuvo miedo, horror. Mejor Pagar un hotel y no poner en riesgo a su mamá. Su hermano se parece a él y por eso las noches sin dormir. Hasta sus compañeros le decían: “No te vengas conmigo compañero”.
¿Seguro social, seguro de vida? No. Ocho días sin dormir y ahora sigue trabajando luego de recibir una gratificación económica. ¿Qué vale más?
¿Seguro social, seguro de vida? No. Ocho días sin dormir y ahora sigue trabajando luego de recibir una gratificación económica. ¿Qué vale más?