martes, 17 de marzo de 2015

El Lobo Estepario



Luis Reyes
Tener la corresponsalía de Guerrero no es cosa fácil. En esta entidad convergen acontecimientos donde diariamente se ven involucradas acciones de grupos guerrilleros, bandas del crimen organizado, de organizaciones indígenas, gremiales, magisteriales, campesinas y políticas. Hacer una cobertura tampoco lo es. Por mencionar. Si se realiza un reportaje en Cochoapa el Grande, el municipio más pobre de México –con niveles de miseria comparables a países africanos como Mali—, los accesos son difíciles por sus elevaciones montañosas.

Es en este estado donde Sergio Ocampo Arista trabaja como corresponsal de La Jornada desde hace casi diez años. De 58 años, nacido en Huixtac, municipio de Taxco de Alarcón. Hijo de Inocente Ocampo Rodríguez y Rigoberta Arista Guzmán, nieta de Fortino Arista, quien fuera compañero del general Emiliano Zapata en Jojutla, Morelos. En la Ciudad de México estudió periodismo en la Escuela Carlos Septién García y fue sindicalista en el Sistema de Transporte Colectivo Metro. En 1982, fundador de Radio Universidad Pueblo y de la estación de radio de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG).

Hoy no tenemos una botella de mezcal, tampoco platos de pozole con aguacate y chicharrón o de caldo picoso de víbora de cascabel para conversar y compartir reflexiones. Le pregunto cómo marcó su vida haber sido descendiente de padres zapatistas que tomaron las armas durante la Revolución Mexicana. Su abuelo materno fue coronel zapatista fusilado en 1914 y estuvo en las Fuerzas Especiales de Inteligencia del caudillo del sur. Su padre, formó parte del movimiento revolucionario que alcanzó al estado de Guerrero y que dirigió el campesino y militar Rubén Jaramillo.

“Ser descendiente de padres revolucionarios influyó en mi formación de periodista al grado de adquirir más conciencia en los movimientos sociales. Me vine a Guerrero a fundar Radio UAG. José Enrique González Ruiz (presidente de la Comisión de la Verdad para el Esclarecimiento de la Guerra Sucia en Guerrero), me invitó a trabajar en el proyecto. Sin permisos, nos la cerraron tres años y la reabrimos. Desde que se fundó Radio UAG ha sido la única radio libre. En ella fueron transmitidos los primeros movimientos populares de la entidad y hemos sobrevivido a los embates de las radios comerciales”.

--¿Cómo ha sido tu experiencia de trabajar como corresponsal de La Jornada?
-- Misael Habana, ex corresponsal en Acapulco de La Jornada me dijo que faltaba un corresponsal en Chilpancingo. Le dije que sí y afortunadamente he tenido total libertad para realizar mi trabajo, por la línea editorial del periódico que le interesan los derechos humanos y los movimientos sociales. Cada año son constantes en Guerrero cubrir las luchas campesinas, de las policías comunitarias o las marchas del magisterio y a recientes fechas las protestas por los normalistas de Ayotzinapa. La Jornada me ha permitido plasmar lo que sucede, lo cual es difícil encontrar. Un medio con el que te acoples en tu visión de compromiso social. Es un periódico abierto, cercano a la sociedad y es un honor trabajar aquí en lo que me gusta.

Para el Lobo Estepario, como conocemos a Sergio de mote, el estado de Guerrero ha sido una especie de laboratorio desde los años sesenta con los movimientos estudiantiles, el surgimiento de Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, la Guerra Sucia –en la que el Estado mexicano efectuó acciones con grupos paramilitares para contener los grupos guerrilleros—, las masacres de Aguas Blancas y El Charco, los éxodos de comunidades a causa del narcotráfico y explica que los pueblos en las distintas regiones de Guerrero están en constante rebeldía. ¿Por qué? Por la corrupción de clase política que es insensible a lo que pasa. Ni siquiera con los gobiernos del PRD se han resuelto los problemas y pareciera que se han incrementado.

“El aporte a la lucha social en el país es importante, falta todavía, lo peor está por venir. Iguala se encuentra militarizado, las costas, la montaña, el gobierno se previene de un estallamiento social. Los padres de familia de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa sentenciaron que no habrá elecciones y hay grupos insurgentes que están a la expectativa de cumplir su papel de lucha social. Hay mucho descontento, un buen análisis se verá en los comicios del 7 de julio. Indudablemente, los partidos políticos no han cumplido con la sociedad: el abandono de los pueblos originarios, el despojo de las mineras, el crecimiento de la inseguridad, el reparto desigual de la riqueza, los conflictos por la madera y el agua. Veo a una sociedad desesperada, molesta y abandonada en cada una de las regiones que visito”.

--¿Qué piensas que debieran hacer los mexicanos para realizar un cambio profundo en nuestro país ante los atropellos de la clase gobernante?
--No tengo confianza de los partidos, me gustan las experiencias de las comunidades que han creado sus propias policías comunitarias. Los pueblos las eligen y sus comandantes transitan por el lado de las asambleas populares. Aquí la mujer es muy participativa como en San Miguel Tecuiciapan y San Agustín Oapan, donde llevan la batuta y están al pendiente de todo. Como dicen los indígenas, los partidos sólo vinieron a dividir, a enfrentar. Hace falta un cambio, trabajar en consejos populares y lograr que la gente participe. El grado de participación en Guerrero de los sectores es amplia.

Se vuelven radicales tal vez porque las instancias gubernamentales no responden a las demandas. Los indígenas traen los oficios que les piden, los entregan a las dependencias y éstas no les responden a sus demandas. Pasan los meses, los años, luego protestan. Hay sectores que recriminan su lucha y esto se debe a que los medios de comunicación electrónicos están al servicio de las transnacionales y crean la percepción de que protestar está mal, pero la situación se torna más compleja cuando no son escuchados.

--¿Por qué crees que existe una percepción negativa del ciudadano capitalino por los movimientos sociales que llegan al Distrito Federal?
Cuando llegan contingentes a la ciudad de México hay lugares como en Milpa Alta donde son bien recibidos. Siempre habrá esa percepción por los medios controlados por el gobierno. Creo que el radicalismo al que han llegado los indígenas y los maestros ha sido porque no hay atención gubernamental a sus peticiones. Por ejemplo, te hablaba de San Miguel Tecuiciapan y San Agustín Oapan, poblaciones que tienen un conflicto agrario de 1965, con una resolución presidencial que intentó solucionar su problemática. Ayer los pueblos nahuas andaban armados disputando la tierra. Pareciera que la lucha es extraña pero no lo es. Lo mismo lo hacen los yaquis en Sonora o los habitantes de Xochicuautla con el río Lerma, que defienden sus aguas.

“El compromiso del periodista en una sociedad como la de Guerrero es que decir la verdad es muy subjetivo; al menos hay que acercarse al sentir de los pueblos, decirle a los lectores lo que está sucediendo en esas comunidades. Cuesta trabajo ser objetivo como en casos tan dolorosos como el de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Hay aspectos que te cuestionas como periodista y tiene que ver con tu ética y principios. Me gustaría que en Guerrero se gestara un cambio que creciera a nivel nacional a través de la movilización. En las dos últimas manifestaciones del Movimiento Popular Guerrerense marcharon unas 80 mil personas que vinieron con la ilusión de lograr un cambio por la vía pacífica.

“En Guerrero hay armas y no creo que esto que estamos viviendo sea una cuestión de armas sino de conciencia. Estoy de acuerdo con Fidel Castro que decía que ésta debe ser una guerra de ideas y las armas serían la última opción. Mientras no logremos convencer a la gente que es necesario cambiar su concepción de la vida será muy difícil cambiar nuestro país. Aquí hay sectores que esperan que la chispa se encienda para que haya un movimiento insurgente, te lo digo porque he platicado con ellos, están cansados e incrédulos, quizá son un sector minoritario, pero las revoluciones las hacen los sectores de avanzada”.

Terminamos la entrevista y reímos, luego me dice que va mandar una nota sobre una reunión en el Tribunal Unitario de Iguala en la que están presentes comuneros de San Miguel Tecuiciapan y San Agustín Oapan que se disputan más de tres mil hectáreas de tierra, donde hubo al menos un muerto, dos heridos y 14 retenidos en las últimas horas. Para él no hay descanso. Sigue reportando para el portal online, para la edición impresa. Me consta que muchas veces le hemos pedido hasta lo más inverosímil, pero Sergio nunca dice no, siempre busca cómo obtener la información. Ese es el Lobo Estepario, el que deambula de sol a sol por los caminos del sur.