lunes, 23 de febrero de 2015

CARTA A MIS VECINOS, EL GOBIERNO QUE MERECEMOS, EL HOGAR QUE NO MEJORAMOS





Luis Reyes
A mes y una semana de haber tomado la administración como representante de edificio en el condominio en el que vivo, me doy cuenta de lo mal que estamos como sociedad. No se lo tomen personal vecinos, pero parece que somos pocos los que queremos cooperar, muchos son los que se quejan, pero nadie quiere hacerse cargo de una administración y otros ven lo que a su parecer, es lo más justo para sus intereses. El egoísmo, la apatía, la falta de participación, el individualismo, la inconformidad sin sustento, la crítica desde el anonimato, son manías de todos los días.

Escribo mi sentir porque la gran mayoría dio su palabra para sacar adelante un pendiente que se tiene: la colocación del piso. Muy pocos han cooperado, la mayoría dijo que sí y los que dijeron tener problemas para pagar es entendible; no obstante, entendamos que si queremos avanzar, debemos comenzar con hacer un sacrificio para hacerlo en tiempo y forma porque si no el presupuesto vuelve a elevarse. Les pregunto si así vamos a continuar y si en el futuro haremos lo que está en nuestras manos para mejorar el lugar en el que vivimos.

Como saben, también tenemos problemas con la filtración en las paredes en una parte del edificio y ya vienen de nuevo las lluvias. También existe una plaga de cucarachas y afuera del edificio no nos caería nada mal tener más alumbrado para nuestra seguridad. Son muchas las reparaciones que se requieren dentro y fuera del edificio, parece que no vivimos aquí y si esto se deja caer será más difícil levantarlo. Nuestro departamento es nuestro patrimonio, es lo que le dejaremos a nuestros hijos o los que somos solteros, es el lugar en el que viviremos un buen tiempo.

Les cuento. Había una vez un México en el que los niños podían salir a jugar sin el cuidado de los padres. Donde el frutero te regalaba tu pilón cuando comprabas como marchante. Los vecinos se organizaban para hacer posadas, para plantar árboles, para ayudar a la vecina más anciana cuando no podía con las bolsas del mercado. Los hombres cedían el asiento a las mujeres o ellas te regalaban un vaso de agua si te veían con sed. Se soñaba con un país que pudiera salir adelante y que fuera más autosuficiente con el poder de su gente. Eso es sólo un recuerdo de mi infancia.

La palabra solidaridad fue repetida hasta el cansancio en 1991, cuando salieron infinidad de comerciales por televisión durante el sexenio del priísta Carlos Salinas de Gortari. Con los cantantes de Televisa más famosos del momento. Algunos recordaremos el de Jacinto, que corría hacia un anciano y le decía: ¡Don Beto, Don Beto! ¡Ya tenemos carretera! Salinas, usaba un tono de caridad y dolor por los más desamparados. El joven, se dirigía al anciano y le decía: ¡Ora, pero por qué está llorando Don Beto!”. Don Beto contestaba: “Si no estoy llorando Jacinto, lo que pasa es que me entró una basurita en los ojos”. Con música melancólica y lastimera repetían: “Solidaridad, unidos para progresar”.

Con el Tratado de Libre Comercio, Salinas dijo que México estaba a punto de convertirse en país de primer mundo”. Pero no fue así. Antes de terminar su sexenio, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional tomó seis cabeceras municipales del estado de Chiapas, para demandar derechos para los indígenas. Se había derrumbado el México de quimeras y el subcomandante Marcos, vocero del grupo guerrillero, hizo un discurso demoledor a toda la sarta de mentiras que prometió y que nunca llegaron para muchos mexicanos.

Después vino el error del diciembre o ¿cómo decirlo? Devaluación e inflación. Salinas de Gortari culpaba de la crisis económica a las malas decisiones tomadas por su sucesor Ernesto Zedillo Ponce de León. Se lavaba las manos, de los jugosos negocios que hizo al dar a todos sus amigos empresarios, las más importantes paraestatales del país con las privatizaciones. Se autoexilió a Irlanda con el dinero de la partida secreta cuando a su hermano Raúl Salinas fue arrestado por asesinato y enriquecimiento ilícito.

Por eso la gente votó por el llamado cambio que nunca llegó. Con los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa la inseguridad creció. El panorama nacional se tornó rojo y el grito desesperado de la sociedad fue “No más sangre”. El control de la venta y trasiego de drogas era la causa por la que los cárteles de la droga habían comenzado una guerra encarnizada. Aparecían ejecutados en las calles. El muertómetro. Primero nos hicieron creer que era entre ellos, luego víctimas del fuego cruzado cobraba inocentes. El Ejército era acusado de proteger a los narcos, peor aún, de violar ancianas, matar ciudadanos de a pie y declararse inocente.

La degradación de nuestra sociedad fue materializada con El Ponchis, un joven sicario de 14 años que degollaba a sus víctimas para tener un trabajo. Siguieron las ejecuciones, las amenazas, las extorsiones, los secuestros y como resultado de todo nacieron las autodefensas, grupos de ciudadanos hartos de la criminalidad. De la inacción de las fuerzas del orden, corrompidas hasta los huesos y también… criminales. Michoacán es emblemático porque se gestó una guerra en la que los habitantes que se ganaban la vida honradamente tomaron las armas por desesperación.

El paladín de la justicia, Alfredo Castillo, tomaba el control de la seguridad del estado. El gobernador tricolor Fausto Vallejo en realidad nunca había gobernado como tal. Se enfermó y dejó a la entidad en llamas, con Los Caballeros Templarios evangelizando con parábolas de muerte y destrucción a los que reclutaban para iniciarlos en el credo de la muerte y la podredumbre que puede existir cuando la vida no vale nada y no se respeta el derecho a respirar.

Fuimos testigos de otro suceso trágico y doloroso. Lo vimos el año pasado con la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. La gente salió a las calles y se movilizó, al grado tal, que en el plano internacional, la credibilidad y la capacidad del gobierno de Enrique Peña Nieto fue puesta en entredicho. Parece que las cosas han empeorado.

Cito textualmente a Alejandro González Iñárritu, un director mexicano que acaba de recibir el Óscar por mejor película a Birdman y se llevó cuatro Óscares: “Ruego para que podamos encontrar y tener el gobierno que nos merecemos, y la generación que está viviendo en este país (Estados Unidos) pueda ser tratada con el mismo respeto y dignidad que la gente que llegó antes y ayudó a construir este país de inmigrantes. Quizás el año que entra el gobierno le pondrá reglas de inmigración a la academia”.

Lo patético del asunto es lo que hoy el Partido Revolucionario Institucional respondió a lo dicho por Iñárritu: "Coincidiendo en el orgullo mexicano, es un hecho que más que merecerlo estamos construyendo un mejor gobierno". ¿En verdad tenemos el gobierno que merecemos y ellos construyen un mejor gobierno? Más aún, ¿hacemos lo posible para mejorar nuestro entorno en el que vivimos? La mayoría de los problemas en comunidad se dan por una mala relación entre vecinos.

Yo les hablaba de solidaridad y que esta palabra ya no se practica porque se cree que luchando solo contra el mundo se puede cambiar el destino de un país. La realidad es que si no vamos de la mano, nunca alcanzaremos un cambio profundo en México, ya no digamos México, que resulta demasiado grande, digamos la unidad condominal en donde vivo y cambios pequeños, pero muy valiosos para nosotros. Les hablaba de la pintura que la delegación nos iba a poner, incluso se hizo un censo para conocer si eras militante o no del PRD. El partidismo no funciona porque tampoco existe ciudadanía y no existe porque no hemos sido capaces de ser más responsables con nuestro entorno.

Existe una frase que dice que solidaridad “es ayudar y poner tus capacidades al servicio de los demás. Se practica sin distinción de credo, sexo, raza, nacionalidad o afiliación política. La finalidad sólo puede ser el ser humano necesitado. Es la cualidad de continuar unido con otros en creencias, acciones y apoyo mutuo, aún y sobre todo, en tiempos difíciles. En sociología, solidaridad se refiere al sentimiento de unidad basado en metas o intereses comunes. Fuerza, gente, vida, bien, caridad y amor son palabras relacionadas con la solidaridad.

Recordemos que mi derecho como vecino termina donde inicia el derecho del otro, con comunicación, respeto y organización. Muchos de los problemas que tenemos pueden y deben ser solucionados por el gobierno en turno; sin embargo, hay otros que nos toca como vecinos resolver. Nos recuerda Eduardo Galeano que "la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo".

No es caridad, tampoco es extorsión, se llama cooperación y nos falta mucho trabajar en ella, ser más sinceros, congruentes con lo que decimos y hacemos; proactivos para merecer ya no digamos el gobierno que queremos, para merecer un hogar digno, limpio y cuidado por nosotros mismos, en el que nos sintamos orgullosos y alegres. Desde luego, no tengo el poder para saber qué sucederá en el futuro ni para cambiar el pasado y será lo que queramos y lo que hagamos. Los invitó a que reflexionemos nuestro papel dentro de la sociedad y como vecinos.