domingo, 22 de septiembre de 2013

De Acapulcazo




Luis Reyes
Sólo una vez he ido a las playas de Acapulco, Guerrero. No conocía el mar a mis 24 años, algunos amigos se sorprendían que no fuera así "¿cómo que no conoces el mar?", me decían, sólo no lo conocía. Pero quería hacerlo, quería escuchar el murmullo de las olas y observar el sol desvanecerse sobre el horizonte. Recuerdo que en aquella ocasión ahorré un poco de dinero y me dije: Vámonos para Guerrero, como dice la canción y me enrolé en esta nueva aventura con un amigo con el que trabajaba. Me la pasé muy bien. Es un recuerdo muy bello el que tengo de Acapulco.

Pienso, tenemos derecho al esparcimiento, a descansar del trajinar diario, del estrés de la ciudad, de los pendientes del trabajo, de ir con los amigos de paseo, estar de vacaciones. La gente que vive en los centros turísticos en su mayoría trabaja para las industrias hoteleras y restauranteras. Es muy común la expresión del "Acapulcazo" para decir que nos iremos de fin de semana a las playas de ese puerto, para darle cabida a la diversión: antros, centros nocturnos, deportes extremos, cruceros o el simple descanso. Recostarse en una silla con una cerveza y perderse en la inmensidad de tu ser, consentirse.

Es muy triste lo que pasa en Acapulco, pero no solo en este destino turístico, porque ya son 19 entidades las que están afectadas por las recientes lluvias que han caído y el 60 por ciento de Guerrero se encuentra con daños. Hasta el viernes en Acapulco había: 18 muertos, 80 millones de pesos de pérdidas por mercancías hurtadas, 40 mil turistas que quedaron varados, que poco a poco han salido del lugar del desastre y un sin fin de daños aún incuantificables.
Súmele la situación económica. Desde el año pasado el cabildo de este puerto no tenía para pagarle a sus entonces cinco mil empleados y en semanas recientes volvieron a reconocerlo.

Desarrollos turísticos mal planeados y urbanizados, por ello la Zona Diamante se convirtió en una isla, unidades habitacionales construidas en zonas de humedal, huellas de la corrupción y el negocio. Ahora salen de nuevo a flote las deficiencias y pérdidas millonarias que han existido en la autopista del sol, la cual tuvo que ser habilitada de nuevo para que los turistas pudieran escapar de esa catástrofe natural y humana. Además de lo que ya era cotidiano: Falta de servicios, inseguridad en las escuelas, ah, y afectaciones por un sismo ocurrido apenas en agosto pasado ahí mismo. ¿Profecía del apocalipsis?

El día en que entró el huracán Manuel a Guerrero, el gobernador del estado Ángel Aguirre Rivero organizó una fiesta con motivo de la presea conmemorativa Sentimientos de la Nación, en la cual invitó a dos ex gobernadores Rubén Figueroa y René Juárez Cisneros. Protocolo en el que celebraban el Bicentenario del Primer Congreso de Anáhuac --efectuado por José María Morelos y Pavón el 13 de septiembre de 1813-- con todo y mariachis. Una noche feliz en Casa Guerrero. Parece que las lecciones del huracán Paulina en los años noventa no hicieron mella para no repetir los errores del pasado, aunado a la necesidad de la gente que al no tener vivienda propia funda asentamientos irregulares.
En mi particular punto de vista, para reconstruir las zonas devastadas, harán falta miles de millones de pesos, ¿de dónde sacará el gobierno federal ese dinero? Yo pregunto a los vacacionistas que afectados se quejaron en las cámaras de televisión de que era culpa de las autoridades todo lo sucedido. Yo sólo pregunto, al planear sus vacaciones ¿tomaron en cuenta los reportes metereológicos? Los que salieron, qué bueno que salieron, los que se quedaron, se quedaron en Acapulco porque no tiene adonde ir, es su casa.
Pensemos que el auxilio y las despensas que enviemos a los lugares devastados (los que se solidarizaron) no serán suficientes. No obstante, cabría preguntarnos si el progreso que pintan cada sexenio para este tipo de proyectos es sinónimo de crecimiento y si cuando vamos a vacacionar seguiremos acrecentando el bolsillo de esos cuántos que por lucro sólo pensaron en ellos mismos. Ahora, se quedaron atrapados en una islita que construyeron y que en días la naturaleza devastó. Aportemos nuestro granito de arena, si bien es cierto es pequeño, puede cambiar una vida de forma temporal, no será suficiente.
Recordemos la reforma al artículo 27 constitucional, la cual, en voz del diputado federal Manlio Fabio Beltrones servirá para dar transparencia y seguridad jurídica a la propiedad extranjera de casas habitación ubicadas en playas nacionales. Según él, alentará la inversión turística y los ingresos municipales. ¿Con lo sucedido las grandes compañías se atreverán a invertir en México para acrecentar esos negocios? Este tipo de contingencias climatológicas nos dejan ver que quien aportará el dinero para la reconstrucción será el propio gobierno, no los inversionistas extranjeros.