Un espacio cibernauta en el que Dios no tiene la última palabra y Lucifer podría dártela
martes, 28 de mayo de 2013
La ficción mexicana futbolera
Luis Reyes Los que piensen leer esta reflexión no encontraran un tratado sociologico ni un ensayo detallado, es simplemente mi sentir sobre la identidad nacional y lo que representan los "cuatro grandes del fútbol mexicano (América, Pumas, Cruz Azul y Chivas)". Según un artículo de Samuel Martínez en Razón y Palabra, existen cuatro grupos de poder dentro de la sociedad mexicana, todos ellos emergentes de "las identidades narrativas históricas y caractererísticas socioculturales asociadas a la región, la ciudad, el barrio o el sector social concreto con el que se vincula al club". Así el América representa los intereses ligados al poder y neoliberales, tienen gran capital y usan sus recursos para hacer valer su ideología #Odiamemás; los Pumas de la UNAM representan a la juventud y los estudiantes con gran carga ideológica a la izquierda #comonotevoyaquerer; los del Cruz Azul, representan la clase obrera trabajadora y su fin es trabajar juntos en cooperativas #lokurademicorazón y finalmente las Chivas #rebañosagrado, que representan a la clase humilde mexicana, refugiada en la fe católica y guadalupana, la cual exhorta al nacionalismo. Pero también vemos rivalidades entre Chivas y los Rojinegros del Atlas; o los Rayados del Monterrey y los Tigres de la Universidad Nacional Autónomá de Nuevo León. Tribalismos-chovinismos deportivos y rivalidades ideológicas persisten fuera del campo de juego, las ideas desechadas por las creencias: el fanatismo puro y exacerbado, las viejas luchas políticas también reflejadas en el balompié. Todas ellas dentro de un negocio económico que mueven los barones del futbol para vender playeras, discos, balones, membresías, uniformes. La colectividad dentro del deporte para hallar identidad. Nuestros orígenes como nación se remontan a las grandes civilizaciones que poblaron este país: los aztecas, los olmecas, los mayas, etc., cada cultura con enormes conocimientos que heredaríamos a la cultura universal. Seríamos conquistados por los españoles, vendría la mezcla de razas. Seríamos testigos de las invasiones francesa y norteamericana. Pasaríamos a conformar una nación dividida entre conservadores y liberales. Pasaríamos a la Revolución y la guerra de poderes de los grandes caciques de la región, la Revolución no le hizo patria a México. La riqueza se concentraría en la capital del país a costa del empobrecimiento de los demás estados. Si hacemos la analogía, en el futbol la Federación Mexicana de Futbol está en el Distrito Federal. Continuaríamos con la implementación de un sistema político del partido hegemónico llamado Partido Revolucionario Institucional, el cual gobernó durante 71 años. Hartos de las crisis y las devaluaciones veríamos la llegada de Acción Nacional en la llamada transición. Observaríamos como un cáncer social, la llegada de los carteles del crimen organizado. Los descabezados, los niños sicarios, las ejecuciones. Nos desilusionaríamos y elegiríamos de nuevo, a ese obscuro poder tricolor. Aquel que desde los estados, ejerce el poder mediante las gubernaturas, eternos virreinatos para saquear pequeñas comunidades y municipios en nombre de la democracia. Encaminados desde entonces por el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para invertir en educación, en el campo, en la industria. Coaligados a esa colectividad al norte de México: los Estados Unidos. El que no transa no avanza. En el deporte observaríamos las mismas decepciones en colectividades. En el futbol en específico, el deporte por excelencia más seguido en nuestro país y nos preguntaríamos: ¿Qué le sucede a las selecciones nacionales mexicanas cuando enfrenta a los Estados Unidos? ¿Por qué se achican las selecciones nacionales en Mundiales? ¿Por qué vemos errores garrafales en segundos? Porque en la realidad no hemos ganado ni un Mundial, lo mejor lo hacemos dentro de nuestra tierra, exacerbados desde nuestro nicho, donde ahí sí podemos despotricar contra el rival, hacerlo pedazos verbalmente. Cito: "De los 13 campeonatos entre 1944 y 1956, ningún campeonato fue ganado por estos cuatro equipos (Chivas, América, Cruz Azul, Pumas). Pero luego, ganaron 27 de 37 campeonatos entre 1957 y 1991. Entre 1992 y 2006 esta dominación básicamente desaparece, ya que ganaron sólo 6 de 25 campeonatos, mientras que los equipos de las ciudades regionales de Toluca y Pachuca ganaron 9 campeonatos entre los dos en el mismo periodo". Y de ahí me remito a lo sucedido con Cruz Azul en la final, lo cual pudiera ser en hipótesis, ese miedo colectivo a no crecer, a saber que eres mejor que el rival en determinado momento clave y que sin más, dejas ir una oportunidad valiosa para tu equipo. América demostró colectividad, pero no lo hizo toda la temporada como tampoco lo ha hecho durante décadas, ¿cúánto le durará? Las contrataciones son efímeras, los jugadores hoy en día se venden al mejor postor por quien pueda pagar su precio. Hacemos colectividad con las personas con quien más tiempo nos relacionamos en la vida. La familia es un ejemplo, el trabajo es otro ejemplo. Todos unidos bajo un mismo objetivo, cuántas veces quieres tirar la toalla porque existen egos, envidias, estúpidas rencillas que orillan a entregar un trabajo mediocre, todo sea por el señor dinero o por propio beneficio. ¿América logró conjuntarse durante toda una temporada? Los mexicanos no somos capaces si quiera de tendernos la mano cuando alguien nos gana bien y a la buena. Mi impresión es que la trampa (entendida la mexicana), es esa inseguridad para saber que necesitas de agresiones, golpes, fraudes, rascismos, para lograr tu cometido. Luego entonces, ¿qué significa ser deportista en México? El deporte nacional es tomarse la foto con el Presidente, la educación física ni siquiera está contemplada como una materia tan importante como la Historia o las Matemáticas como sí hacen en otros países, el deporte visto como mercancía, no como formador integral de personas. Obesidad, diabetes, una sociedad enferma bajo los efectos de la Coca Cola. Colectividad a mi manera de ver, es moverse hacia un mismo objetivo, hacia un mismo sentimiento, no sabemos qué somos como mexicanos, no sabemos qué tenemos, no valoramos. México es un crisol de paradigmas que me remiten a que las colectividades conscientes, felices y dispuestas a comprometerse son las que ganan más como nación. Separo lo que fueron los jugadores. Dejo de lado al dueño del América y de Televisa, Emilio Azcárraga Jean que apoyó sin más al Presidente Enrique Peña Nieto desde la pantalla. La imagen del mexicano hasta "las clanchas" no es exclusivo de la perrada, también alcanza a los magnates. El mérito es de esa pequeñita colectividad de jugadores, aunque represente en las altas esferas lo más fraudulento de la colectividad mexicana. ¿Cómo conseguir colectividad e identidad hacia los grandes retos que tiene México? ¿Qué nos tiene qué motivar para alcanzarlo? ¿Qué tenemos que destruir para que emerja una nueva nación? ¿ Hacia dónde queremos ir? Por qué los jugadores de primera división reciben unos sueldazos y la mayoría de la gente vive con salarios de sobrevivencia, por qué las comunidades indígenas han creado grupos de autodefensa para sobrevivir ante la violencia en su tierra y la que se ejerce desde las transnacionales para ceder la poca riqueza, aquella que ya no somos capaces de hacerla producir con nuestro propios medios. Se los pregunto porque hoy en día busco redefinirme como mexicano. Vivimos en una ficción colectiva creada y no creada por nosotros mismos, pero ¿qué queremos ser en realidad? Cito también la opinión de un compañero: "Para mí es una vergüenza y un dispendio injustificable que las universidades mexicanas financien equipos de futbol. Siquiera en Estados Unidos es parte del negocio: las universidades becan a jugadores para que se llenen estadios y se firmen contratos con la tv, y las ganancias revierten hacia la institución. En cambio acá es una sangría que sólo contribuye al porrismo".
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