Un espacio cibernauta en el que Dios no tiene la última palabra y Lucifer podría dártela
domingo, 27 de enero de 2013
Luneta Dos
Luis Reyes.
Un cadáver que camina es la metáfora que el crítico y escritor musical, José Noé Mercado, ha utilizado para describir lo que a su parecer es la ópera en México, la cual adolece y se anquilosa ante la disminución en la calidad artística y programática que ofrece, por la importación de talentos nacionales, el recurrente desplazamiento de artistas mexicanos por extranjeros, los gastos excesivos en producciones, los pocos recintos culturales, los teatros sin autonomía de gestión y presupuestal, y las fallas estructurales repetidas cada periodo sexenal.
Por ello, escribió Luneta Dos, libro que hace un recorrido histórico de la actividad operística, sus recurrentes interinatos a últimas fechas, la falta de políticas fiscales, la discontinuidad de proyectos, repertorios repetidos, favoritismos y camarillas, la falta de preparación de artistas nacionales, la migración de cantantes, la limitación de fondos. "Una familia disfuncional que se niega a hablar de sus problemas para resolverlos. Es mejor callar. Al menos en lo público. Evocar las buenas conciencias aunque algo deforme hieda en ellas", describe.
Noé Mercado refiere que su obra nació con la intención de aportar no una verdad, sino una oportunidad para reflexionar los aspectos caducos y viciados que existen, texto que se presentó la noche del pasado 25 de enero en la cantina Dos Naciones, en un evento al que asistieron como presentadores el flautista y director, Horacio Franco; el editor de la revista Pro Ópera, Charles Oppenheim, y el periodista cultural Víctor Roura.
El también autor de la novela Backstage afirma que su nueva publicación surgió como una necesidad para esbozar la limitada oferta operística de México, la cual aquí tuvo su época dorada cuando Europa tenía teatros devastados, que impuso un modelo que nos hizo sentir colonizados. “La ópera es una manifestación que puede comunicarnos y hacernos sentir nuestra propia cultura, como mexicanos debemos dejar de sentirnos insatisfechos o tolerar aquello que no nos satisface”, señala.
Ahora, manifiesta, las políticas culturales que se han aplicado en este género musical no responden a las inquietudes de los artistas mexicanos, quienes ven truncadas sus carreras, y a pesar de que existen nuevas propuestas, no encuentran los espacios o los apoyos necesarios para llevarlas a cabo, aunque “no podemos esperar al ogro filantrópico, (en el libro) trato de esbozar algunas respuestas y éstas pueden venir de quien menos se espera”.
En la presentación, el cantante Charles Oppenheim señaló que Luneta Dos es un gran reportaje que “de golpe” hace un análisis pormenorizado, pretende ser el primer borrador de la “docena trágica” operística, la cual sólo dejó desencanto, decepción y disgusto por la manera en que los dos regímenes panistas redujeron la propuesta programática de este espectáculo --una función cada 14 días; un título nuevo cada 52 días--, y el financiamiento para apoyar proyectos creativos.
Criticó a quienes manejan la Compañía Nacional de Ópera, pues sólo se dedican a pagarles a artistas importados y no a mejorar la calidad de las funciones, además de que el Instituto Nacional de Bellas Artes sólo participa con una cuarta parte de la oferta operística, mientras artistas independientes ofrecen la restante. “No han atendido este deterioro, ahora regresan los mismos que la administraron en el pasado con el Partido Revolucionario Institucional, ¿será posible que esto mejore?”, cuestionó.
Por su parte, Horacio Franco dijo que Luneta Dos “pone el dedo en la llaga” sobre un género musical que cada periodo sexenal sobrevive en medio de la mediocridad, pues la labor de las instituciones encargadas de promoverla ha sido mínima, lo que ha originado que los artistas mexicanos tengan carreras impresionantes en el extranjero o éstas se encuentren detenidas, además del escaso interés para implementar recintos operísticos en los estados.
Al evento también estuvo presente la cantante mezzosoprano Ana Caridad Acosta, quien vaticinó que si la actual administración federal, los propios realizadores y los artistas no trabajan para mejorar, la ópera esté condenada a desaparecer en México por las propias manos de sus involucrados.
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