Un espacio cibernauta en el que Dios no tiene la última palabra y Lucifer podría dártela
martes, 10 de julio de 2012
Los peones del ajedrez
Luis Reyes. El resultado de las elecciones presidenciales que dieron como virtual ganador al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, sólo ha reflejado el malestar y la indignación que existe por la manera en que el PRI obtuvo el triunfo mediante la compra de votos. La coincidencia es recurrente para aquel 60 por ciento que no votó por Peña Nieto: la elección fue legal pero no es completamente legítima.
El jueves sabremos si los partidos de izquierda piden la anulación o la invalidez de la elección por la presunta compra de votos a través de las tarjetas de la tienda Soriana que el PRI repartió para favorecerlo; el PAN manifiesta que no acompañará a la izquierda en esta travesía, pero "está posición de que se castiguen casos como el de Monex", el cual fue denunciado por éste partido, al indicar que el PRI rebasó el tope de campañas, debido a la operación de voto mediante tarjetas de pago de esta empresa bancaria sin nombre al portador.
El candidato del tricolor se ostentó como indiscutible ganador y las televisoras junto con el Presidente dieron un madruguete. Las encuestas de salida y el conteo rápido del Instituto Federal Electoral (IFE) lo dieron por ganador, a pesar de que aquel 6 de julio, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) apenas comenzaba. Los gobiernos de Estados Unidos, Colombia, Chile, Venezuela, Nicaragua, Guatemala, Uruguay, Francia, España y China, ya lo reconocen como Presidente y parece que así será, pero será hasta el próximo 6 de septiembre cuando del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), reciba su constancia de mayoría, es decir se valide la elección.
Hoy, Peña Nieto se defiende y le responde al Presidente Felipe Calderón que las acusaciones de compra de voto son “un montaje, una mofa y una burla al voto libre y razonado de los mexicanos. Son un montaje de la oposición y de quien no ha reconocido (el resultado). Son infundios absolutos, una mentira que se quiere hacer verdad que han dañado y confundido”. Las pruebas, faltan pruebas, pero lo declarado por EPN es una desfachatez cuando hay testimonios de personas que vendieron su voto y que salieron a reclamar precisamente porque no les cumplieron. "Peña no cumple".
Los convocantes a las marchas contra Peña Nieto se fundamentan contra la imposición de éste; el movimiento estudiantil #Yosoy132 marca una ruta que en un principio es uno de sus postulados: revisar el proceso para tener una tercera cadena nacional de televisión abierta, pero también ha sufrido el desprestigio y la desconfianza en la sociedad, causado por la infiltración de todos los partidos políticos.
Como usuarios de redes sociales nos quejamos, enojamos, pataleamos y nos cerramos al discurso del otro. Seguimos confrontados y distanciados con familiares, amigos, vecinos o conocidos por no tener la paciencia de escuchar al otro. La descalificación, la persecución y el linchamiento por pensar distinto, el no respetar las ideas, creencias o maneras de observar el mundo cuando éstas son diferentes o contrarias a las que nos enseñaron en casa.
Michel Walzer en su libro Tratado sobre la Tolerancia, habla de cinco niveles de la tolerancia: Uno, consiste en la aceptación resignada de la diferencia para mantener la paz; dos, es la indiferencia pasiva y relajada ante la diferencia; tres, es reconocer el derecho que tienen los otros a ejercer sus atributos, aunque no sean atractivos para nosotros; cuatro, que somos capaces de buscar la apertura, la curiosidad, las ganas de aprender, y la quinta, es la actitud tolerante de adhesión y admisión entusiasta por la diferencia.
Walzer dice que para alcanzar la tolerancia como seres humanos debemos tener una adhesión más entusiasta por abrirse a otros mundos y realidades. Deberíamos preguntarnos en qué nivel de tolerancia estamos y qué soluciones tenemos para cambiar como país, no en confrontarnos mútuamente mientras los políticos siguen el juego en el que nosotros parecemos sólo peones de ajedrez.
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